Seguramente ya conozcáis esta facultad que tienen algunos seres vivos de emitir luz propia, como es el caso de las luciérnagas. Para ser más específicos, se trata de una conversión directa de energía química en energía lumínica. Para que esta reacción química ocurra es necesaria la presencia de una proteína denominada luciferina, la enzima catalizadora luciferasa, oxígeno molecular y ATP (Trifosfato de adenosina), sustancia capaz de generar la energía necesaria para que se dé la reacción. Es un fenómeno muy extendido en todos los niveles
biológicos: bacterias, hongos, unicelulares, protistas, celentéreos, gusanos,
moluscos, crustáceos, insectos, equinodermos, peces.
Es especialmente común en organismos marinos, sobre todo en las zonas más profundas de los océanos, donde no llega la luz. Por suerte, podemos ser testigos de este increíble acontecimiento en algunas pocas playas privilegiadas. En ciertas zonas del planeta estos organismos, que son transportados por las corrientes del mar hasta las orillas, nos deleitan con olas que emiten luz propia y de un color azul intenso. Es, sin lugar a dudas, otra sorpresa más que nos ofrece la naturaleza en estado puro.
Aquí podemos ver dos claros ejemplos de bioluminiscencia en San Diego, California. Red tide es el nombre común que recibe esta acumulación de microorganismos en estas playas californianas. En este caso, los organismos responsables de estas olas azules son dinoflagelados que forman parte de un extenso grupo de protistas flagelados. Algunos dinoflagelados pueden emitir luz a través de bioluminiscencia, mientras que otros son responsables de las mareas rojas y floraciones algales nocivas. En conclusión, podríamos decir que son unos seres diminutos
muy polifacéticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario